Desde la aparición del coronavirus, la industria aérea se vio fuertemente afectada y muchos viajeros tienen miedo a viajar y contagiarse. De acuerdo con un análisis de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), tras la llegada del covid-19, el 65% de los viajeros a bordo de una aeronave tiene temor de sentarse junto a una persona que pueda estar infectada.
Como consecuencia, las diferentes aerolíneas comenzaron a impulsar el uso de tecnologías, desde el check-in hasta la recepción del equipaje, señales claras de distanciamiento y medidas de higiene necesarias para reducir la propagación del virus.
Asimismo, un estudio reciente de Arnold Barnett, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT, por sus siglas en inglés) sobre la probabilidad de contagio de COVID-19 a bordo de un avión, concluyó que la posibilidad de contraerlo en un vuelo de dos horas con ocupación al 100% y fallecer posteriormente, es de una en cada 400 mil pasajeros.
Y utilizando como referencia un vuelo que vaya con los asientos centrales vacíos, las posibilidades de infectarse y morir se hacen aún más remotas: sería uno de cada 600 mil pasajeros.
Definitivamente ningún ambiente está absolutamente libre de contagio, pero pocos sitios están tan controlados como la cabina de una aeronave: la calidad del aire a bordo es tan limpia como la de una sala de operaciones de un hospital.