A pesar de su recuperación en el sector turístico y haber alcanzado la mayor cantidad de turistas que haya recibido el país desde marzo de 2020, República Dominicana se vio amenazada con una nueva ola de contagios de COVID-19 y obligó al Gobierno nacional a decretar un nuevo paquete de restricciones, las cuales llevaran a cabo de manera paralela al plan de vacunación.
Se impuso un toque de queda nocturno, se redujo al 50% el aforo de los restaurantes, se prohíbe la venta de “day-pass”, se suspenden los eventos dentro o fuera de las instalaciones, los conciertos y cualquier clase de espectáculo que significa aglomeraciones de personas, se regula la venta de bebidas alcohólicas en actividades complementarias (como los parques de agua), se prohíbe el uso de jet ski, banana boats, motos y quads en las áreas costeras, se limitan al 60% los aforos para actividades que impliquen transporte marítimo y la capacidad de ocupación máxima en los establecimientos hoteleros será de un 70%, medida que será revisada cada 30 días.
El sector privado manifestó públicamente su apoyo a estas restricciones, considerando que contribuyen a mostrar al país como un destino que sólo opera en condiciones de seguridad. Por ejemplo, el presidente de la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores), Rafael Blanco Tejera, respaldó al Ejecutivo afirmando que estas medidas tendrán un impacto positivo en el control del virus y la contención de una nueva ola.