Reino Unido ha retirado desde esta madrugada a todos los países de su lista roja de destinos de riesgo al considerar que esa medida ha perdido efectividad para frenar la expansión de la variante ómicron de COVID-19. No obstante, se mantendrá la obligación de someterse a un test para detectar cualquier contagio de coronavirus antes y después de viajar al país. El mantenimiento de las pruebas supone un revés para las esperanzas del sector de aumentar las ventas en Navidad y Año Nuevo, ya que las aerolíneas y los operadores estaban lanzando tarifas y paquetes baratos al mercado.
La medida supone que las llegadas a Inglaterra desde esos once países que se incluían en la lista roja ya no tendrán que someterse a una cuarentena de 10 días en hoteles. Los viajeros continuarán teniendo que someterse a una prueba de coronavirus en las 48 horas previas a su partida hacia Inglaterra, así como a otro test PCR dos días después de su llegada.
El ministro destacó que incluso si la ómicron produce síntomas más leves que otras variantes del virus, su expansión descontrolada amenaza con saturar el sistema sanitario público del Reino Unido. Para evitar ese escenario defendió ante los parlamentarios la obligación otra vez del uso de mascarillas en gran parte de los espacios públicos interiores, así como el uso del pasaporte COVID en discotecas y eventos multitudinarios.