Conocido aún como el ‘Grand Hotel’ por los romanos y creado por el controvertido hotelero César Ritz, The St. Regis Roma lleva alojando ilustres huéspedes desde 1894. Te contamos un poco más sobre el primer hotel de lujo de la ciudad y te ayudamos a preparar tu próxima escapada
EL HISTÓRICO SALÓN DE BAILE RITZ, EL MÁS ANTIGUO DE ROMA
A lo largo de la primera mitad del siglo XX, la familia real italiana utilizó el hotel como una especie de extensión conveniente y más moderna del cercano Palacio del Quirinal. Durante un tiempo, figuras como Mussolini o Gianni Agnelli, jefe de Fiat, pasaron un tiempo en las suites del hotel
Hasta Hollywood lo escogió como su refugio predilecto en la ciudad eterna. Y fue aquí donde Liz Taylor, Richard Burton y otras estrellas de Hollywood se quedaron, festejaron y aprovecharon la glamurosa era de La Dolce Vita romana mientras filmaban en el estudio de cine Cinecittà.
DE GRAND HOTEL A ST REGIS
El gran hotel europeo por excelencia de la Belle Époque ha cambiado de nombre, hoy, y desde hace más de 20 años, es un St. Regis y carga con más de 40 millones de euros de reforma, pero su presencia continúa representando el punto de inflexión cultural, social y político de Italia. Como era de esperar, dada la procedencia única del hotel y su pasado histórico, su renovación se llevó a cabo bajo la atenta mirada de varios guardianes de la historia italiana, como la academia de bellas artes de Roma, quien participó durante todo el proceso. El renovado St. Regis deja atrás la intensidad y la oscuridad de la decoración pesadamente formal de su época para dar rienda suelta a la luz y al estilo
EL ASCENSOR MÁS ANTIGUO DE ROMA
Y así se ve, y se disfruta, en su gran vestíbulo, cómo Rochon lo devolvió a su concepto original como una especie de jardín de invierno donde elementos como las molduras Belle Époque, su gran escalera y su gloriosa lámpara de cristal de Murano cobran una segunda vida, esta vez mucho más actualizada. Y aunque es su monumental vestíbulo lo más llamativo de la renovación, el cambio aquí ha sido integral, contando con nuevas obras de arte contemporáneo. Solo hay un detalle del hotel que no se ha tocado, y es su ascensor original del siglo XIX, que además ostenta el título de ser el más antiguo de Roma.
MAYORDOMO DEL SIGLO XXI
Los mayordomos del St. Regis son una especie de figura a medio camino entre un asistente personal y un concierge que se encargan de todo desde que el huésped cruza la puerta del hotel, desde deshacer el equipaje y mandar a planchar aquellas prendas que no hayan llegado en buen estado hasta de la gestión de las reservas de restaurantes. El servicio de mayordomo de St. Regis ha sido uno de los atractivos más preciados a la hora de vivir la experiencia del hotel desde que los primeros huéspedes fueron recibidos a finales del siglo XIX
UN REFUGIO EN EL CORAZÓN DE ROMA
Sus 138 habitaciones y 23 suites de decoración refinada y proporciones generosas resultan ser el mejor refugio, y puede que hasta el más silencioso, dentro de la bulliciosa Roma. Absolutamente insonorizadas del exterior, el interior es una especie de nirvana del descanso donde los espejos biselados, los techos altos y los candelabros venecianos aportan fondo y forma a un hotel como ningún otro en la ciudad.
PIZZA, PASTA, NEGRONI
Comer y beber es una parte fundamental del destino y en el St. Regis esto se lo saben al dedillo. De ahí que sin chefs de renombre ni estrellas Michelin, la cocina del hotel haya sabido posicionarse como una opción casual, pero muy sabrosa, en lugares como el Lumen Lounge & Bar del hotel. Ambientado con elegantes mesas, una amalgama de sillas de diseño y algún que otro sillón donde ponerse (aún más) cómodo, este espacio sirve para todo, desde disfrutar de un plato de cacio e pepe, una de sus especialidades, hasta un aperitivo a media tarde que sirven con todo tipo de bondades como aceitunas, encurtidos y hasta grissinis.
UNA BIBLIOTECA CON MUCHO GLAMOUR
El lounge bar se conecta con la biblioteca de un azul zafiro que, aunque más íntima, impresiona. Diseñada para las conversaciones durante el té de la tarde, una copa de vino o un cóctel, la biblioteca encarna la esencia del glamour moderno de la marca St. Regis, con sus candelabros de cristal de estilo Imperio, el espejo veneciano ornamentado y la chimenea de mármol negro.