El 17 de noviembre 1822, durante el gobierno de Martín Rodriguez se inauguró el primer cementerio público de la ciudad ubicado en el barrio de Recoleta. Lo diseñó Próspero Catelín basado a grosso modo en el cementerio de Père-Lachaise de París. Para 1880 su estado de abandono hizo que el Intendente Alvear lo mande a restaurar. El arquitecto Juan Antonio Buschiazzo se encargó de embellecerlo rodeándolo de muros de ladrillo a la vista, pavimentó sus calles y construyó una entrada de estilo neoclásico con cuatro columnas dóricas.
El Cementerio ocupa más de cinco manzanas y cuenta con casi cinco mil sepulcros a perpetuidad. Setenta de sus bóvedas fueron declaradas Monumento Histórico Nacional, y el propio cementerio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1946.
Célebres personalidades de la historia argentina descansan en imponentes y majestuosas bóvedas de gran valor arquitectónico, esculturas realizadas por artistas famosos, vitrales y puertas con bellos trabajos de herrería, hacen del cementerio un museo de arte al aire libre.
Con muchas curiosidades para descubrir y sorprenderse, como la proa de un barco que anuncia la tumba de Roverano, dueño de la famosa Confitería del Gas, la estatua de la novia con su perro de bronce, el Cristo Central una obra maravillosa del artista Pedro Briano, y las bóvedas mas visitadas como la de Evita y la de Felicitas Guerrero, o de recordados ex presidentes de la Nación y figuras del arte y la cultura del país, sin dudas es una visita obligatoria para los amantes de la arquitectura y la historia.