Los límites del marketing (en el turismo)

Sector Agencias
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“…Si algo quedó claro en todo este proceso, es que no era lo mismo enfrentarlo con ahorros que sin ellos. Nos dimos cuenta de que al final el sistema era mucho más frágil de lo que suponíamos. Tanto nos preparamos para los virus digitales que fue un virus del mundo físico el que nos agarró desprevenidos e hizo temblar todo. No se podía dejar de fabricar, se dejó. No se podía dejar de trabajar, se dejó. No se podía dejar de consumir, se dejó. No se podían cerrar las fronteras, se cerraron. No se podía encerrar a la gente en sus casas, se pudo. Ahora sabemos que lo imposible puede pasar.” Guillermo Oliveto en La Nación 20/07/20.

Confieso que nunca me he llevado bien con los “marketineros”. Reconozco que no es fácil no ceder a sus argumentos, es difícil enfrentarlos porque en verdad una gran mayoría parten de supuestos contrafácticos, se vende más o menos, según la calidad del marketing que no es ni más ni menos que una técnica para mejorar la comercialización.

Recuerdo que hace ya varios años, estimo que fue en la mitad de la década del 90, Ovidio Bolo me presentó a George Chetochine que fue una persona identificada con “Carrefour”, y en un momento de la conversación me dijo en la comercialización lo que tenemos que tener en cuenta es el comportamiento de la gente, no lo que creemos que son sus necesidades.

Los comportamientos explican como reacciona o acciona la gente ante circunstancias que considera decisivas, como se está dando con el “covid 19”. Por eso me pareció oportuno usar el párrafo transcripto de una nota de Guillermo Oliveto.

Esa “peste” como llamo al “coronavirus”, pulverizó en muy poco tiempo miles de hojas de marketing, pronósticos que parecían irrebatibles, teorías financieras, proyectos políticos y proyectos económicos y comerciales.

Lo que se advierte es que los “comportamientos” cambiaron radicalmente y la gente descubrió que hay muchas otras formas de vida y que la adaptación puede ser inmediata.

En Europa, verano boreal, el “Marketing” hizo todo tipo de volteretas para convencer a la gente que el turismo es una necesidad que debe ser satisfecha y generó una saga de facilidades para atraer a los clientes potenciales.

Una de las técnicas usadas fue la de facilitar las reservas sin cargo por cancelación. Pues bien, un porcentaje que supera el 50 o 60% de esas reservas fueron canceladas y para mí la explicación es de pura lógica.

Lo que no tiene precio no se valora, por eso ante esa “ganga” de reservar un billete de avión, una reserva hotelera o un “IT”, sin costo en caso de arrepentimiento, la gente cede a la tentación, más allá de sus recursos económicos. Cuando llega el momento de decidir sobre la reserva, predomina el temor a la “peste”, a lo que se debe sumar que se empezó a experimentar el hábito de “gastar menos”, de consumir menos.

Como decía Chetochine, el comportamiento vence a la necesidad que crea el marketing, agregaría es su barrera.

Hoy tendría éxito un “marketing” en línea con ese comportamiento que parece ser universal, dirigido a fomentar el ahorro, la inversión en fondos de retiro o en otros tipos de consumo que demanden menor gasto.

Por un tiempo el “turismo” dejará de ser una necesidad y estará condicionado por el “comportamiento”, por eso, ese mercado que según Miguel Acerenza es muy difícil de medir, se reducirá.

Es probable que mantenga un nivel, incluso que crezca, el turismo de cercanías, que sería el local o a lo sumo el de países limítrofes.

En la Argentina, esto lo veo difícil ya que por cada habitante habrá otro que es pobre y la circulación turística se limitara al decil de mayor nivel de ingreso.

Ese decil de personas no tendría limitaciones económicas para viajar a cualquier destino, lo que no sabemos es cómo accionará o reaccionará ante la evolución de los “contagios”.

Personalmente conozco varios casos, no suman para una estadística, pero pueden ser tendencia de gente con viajes programados y pagados para el próximo año que han decidido suspenderlos o postergarlos.

Acá juega el “marketing” en general, se les ofrece mantener la reserva por otro año, estimando que el eventual mayor costo financiero estaría compensado por el hecho de no tener que reintegrar el pago recibido. Se juega con mantener la expectativa del cliente del interés en el viaje, lo que compensaría a su vez el costo del pago anticipado que pasaría inadvertido.

Para terminar este breve “ensayo” pienso que la “cultura del ocio” será diferente y ya no quedará asociado casi de modo exclusivo con el “turismo”.

Para la gente “viajar” será por un tiempo sinónimo de riesgo, y el riesgo es el opuesto al placer que reporta todo viaje.

A modo de conclusión, las estadísticas pasadas, ya son pre históricas, los “outlooks” se convirtieron en tachos de basura, la realdad modificó los comportamientos de la gente y como consecuencia sus necesidades.

Por un tiempo, el turismo no será una necesidad.

El célebre inspector Jefe Jacques Clouseau, el de la Pantera Rosa, diría con absoluta suficiencia “Is a fact”.

Y después,  solo Dios lo sabe…

Por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires.

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